viernes, 28 de diciembre de 2007

El Abrazo

Partí rumbo a lo desconocido, sabiendo que el saber era tan inútil como el conocer. Creí estar sin saber que conocía aquel lugar. Estuve, me mantuve y volví de espaldas para cruzarme con algo, no sé, alguna mano amiga o algún golpecito violento. Caí, una piedra logró que la tierra chocara con mis huesos. Creí que no podría, que la presión se emanciparía e impondría aquella revolución que tanto temí. Ella a lo lejos, de espaldas y con un severo ánimo de quizás no volver a voltear. Blanco, vacío. Así que partí, sabiendo lo desconocido inútilmente, estando sabiendo que estaba, que estoy, que fijo mi mirada sobre ella y mis brazos que intentan despegarse del costado. Desisto. Me mantengo. Supe que miré sin querer mirar más allá, y que estuve donde nunca nadie había llegado. Recorrí cada rincón de su pecho, hice burlas a sus miedos y asesiné una por una las faltas cometidas.

Una lágrima brotó.


Calla, espera. No es tarde, no debes dudar, sólo crear.



Intenta no caer de golpe, susurra a su oído que deje de temer y que sólo se lance, sin mirar, sin pensar, que el puro salto la eleve más allá. Mantente ahí, atento a cada movimiento. No dejes de mirarla, por favor. Mantente ahí, atento a cada parpadeo, no dejes que te intimide. Respira, bien, sigue fijo e inmovible. No cedas. No, no te muevas por nada del mundo.


Puedo llegar más allá, ¿sabes? Es como si supiera que cada movimiento traerá consigo un resultado inesperado, y no por ello negativo. Más bien, es la fe en ello lo que mantiene todo esto vivo. El instante, el estar. El hacer de espectador y observarnos sin decir nada en medio de todo ese verde pavimentado… Lo dudé, es verdad, casi pierdo ante un principiante. Enemigo vivaz, nunca creí que fuera a jugar tan malvadamente, de veras.




No seas tonto, ya pasó una vez.-resonó en los alrededores. No te atreviste a mirar, pero sabía que no callarías, no fallarías esta vez.



-Todo está bien, de verdad- dijo estrechándola entre sus brazos.




Ella entendió que no supo, solo sintió que él sentía sabiendo que entendía todo, absolutamente cada una de las razones para permanecer sintiendo, estando, perdonándose cada falta cometida, remediando y sintiendo que ella ahí estaba, junto a su pecho.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Infinito

Cierro los ojos, los vuelvo a cerrar. Donde quiera que estés y donde quiera que vas, ahí estás, vuelves a estar y te vas, ya no bailas ni te arrastras como solías pintar en esos cuadros tan lindos que un día quisiste mirar, sin más.

Al caer la noche creo que pude observar, si, quizás tan allá no estoy, donde quiera que fuese ahí estuve, sombra y luz, infinito y más allá. Vuelvo, ya no soy, vuelvo a serlo, ser voy a ser.



-¿Entonces?
-Se supone que no, que nunca pasó. Ella quiso que fuese así, incorrectamente perfecto.
-¿Un beso?
-No esta mal.



Estoy jugando, vuelvo a mirar, ahí estás. Rabia, dicha, odio, grito, voz, lengua, boca, mierda, no estás, donde quiera que vas tu sabes que como quieras estaré, estoy, sigo estando, no estoy jugando, los vuelvo a cerrar, ahí estás, te vuelvo a rozar. No está nada de mal.

Sin más, un día quisiste mirar esos cuadros tan lindos que quisiste arrastrar y observar, como el fiel reflejo de que ya no bailas sobre las sábanas, te aburriste y te vas, estás ahí, vuelves a mirar, ya no estás, donde quiera que estés sabes que ahí estaré, ahí estás, cierro los ojos, los vuelves a cerrar.

jueves, 6 de diciembre de 2007

Suponiente

Se supone que estás mascando un chicle sabor sandía sobre una pera, y ellos ahí, intentando no explotar. Tú nunca quisiste ser parte de esto, pero lamentablemente así terminan siendo las cosas después de una noche como aquella, porque guau, de verdad que fue impresionante, no lo puedes negar.
Se supone que deberías intentar hacer algo, no sé, intentar callarlos, mete ruido, dí algo estúpido...

-¿Alguien quiere café?

Nunca pensé que fueras a reaccionar así, en serio. Nunca quise hacerte parte de esto, ellos ahí intentando arreglarlo todo, y tú… Se supone que estás mascando un chicle sabor sandía sobre una pera, recostada con la mirada pegada en el cadáver de ese que nunca su sabor te gustó. Sonríes y observas, se supone que es cierto, que todo debe ser así. Callas y observas, te transformas y te quedas, comienzan…


-¿Porqué?
-¿Porqué qué?
-¿Porqué aún no me besas?
-No creo que sea conveniente…
-¿Qué es? ¿Es mi mirada infantil? ¿Mi manera de reír? ¿Mis ganas de escribir?
-No, no es eso… Es que…
-Porque si es así de verdad que seria una pena enorme…



Ahí se asoma él, silencioso y cauto. Evita todo contacto con sus miradas, parece mezclarse con la neblina. Contempla dubitativo, no cree que exista solución evidente. Habrá que ir más allá, aceptando que el control total no está en él, sino que en mí. Y se siente bien.

-No me mires con esos ojos, de verdad… Me dan ganas de…
-¿De qué?
-De recorrer con mi lengua…
-¿Si?
-Cada…
-Oh…
-Centímetro
-Uhh…
-De…
-¡No!
-Tú…
-¡Por favor!

Sé leer, solidario creo ser. Ahí viene el otro, intenta causar la misma impresión que aquel que ostentó el ser sin estar. No siente que yo sea el problema, sino que lo que va más allá de mí, lo que me rodea. Y tú no tienes idea, dejas de pensar, mente en blanco y ahí está, comienzas a creer que sabes y entiendes lo que de verdad pasa. Y te aseguro que no, solidario sé que creo ser, ostento el crear y tú te vanaglorias del libre pensar, libre sentir, ser sin estar… Vuelves a observar, mascar y mascar, mirar y esconder, creer y permanecer…

-¿Qué crees que pase cuando te mueras?
-Nada, que va a pasar…
-¿Por qué dices eso?
-¿Pasó algo cuando se murió ella?
-No sé, creo que al gato de la Pituto le vino un bicho estomacal.
-Uf…
-De verdad, me contó hace como…
-Argh, no te hablo de eso… Sino de ti, de lo que pasa contigo...
Se supone que no te interesa nada de esto, ni siquiera tendrías que estar pegada mirando como las palabras se deslizan sobre la superficie. O él, menos él, el que cree que la neblina pudo ocultar su asombro al darse cuenta que no dependía de él sino de mí, y se siente bien. Ellas nunca supieron, es verdad. Se supone que callaron, murieron, vivieron felices y comieron chicle sobre una pera, intentando no arrancar, enfrentando la verdad. Tú crees que estás, pero ya te vas y ni idea tienes que es así, aunque el espacio debajo te enseñe que todo llega a su fin, y vuelve a comenzar.


Se supone que estás mascando un chicle sabor sandía sobre una pera, y ellas ahí, intentando no revelar nada. Parece que todo debe de ser verdad, asi lo dicen, asi lo lees, y quizás también es una farsa, una ilusión, la visión de algo que no está sin saber. Disculpa, de verdad, nunca quise confundirte así, tomarte y dejarte, azotarte y sentirte. Lo siento, a ellas nunca les importó, se supone que ya no estás.

viernes, 30 de noviembre de 2007

The Game


Hoy desperté sabiendo que no sabía nada, que el juego que jugué jugando sin jugar jugando desapareció, el control se emancipó y la conexión amenazó con volver a despertarme, hoy, sin saber que sé que el juego que juego jugando sin jugar me durmió y desapareció volviendo a hacerlo sobre sus sábanas. Ella me mira sin atisbo de preocupación, jugando con su juego que bien cree que sabe jugar, sin saber que desperté y la observé desde su vientre, jugando a desaparecer y volver a hacerlo durmiendo sin preocuparse.

Hoy me fui a dormir sin saber que sé que tan sólo hay que seguir jugando.

viernes, 5 de octubre de 2007

Reunión


Una, dos, tres, adentro. Aguanta, tranquilo; todo estará bien. Cierra los ojos. Bien, bien. Vuelve, uno, dos tres, adentro tranquilo. Aguanta, cierra los ojos bien, no los abras, todo estará bien.






Estas alas como que pesan de repente, y muchas veces siento que la fatiga por tanto andar esparciendo aliento sobre las nubes me pasará la cuenta, perderé el ritmo, un polvo de estrellas iluminará mi rumbo y caeré, brusco, intenso, tan fuerte como para hacerme trizas en medio de ese pizarrón, que con su verde intenso parece un boceto de musgo esparcido intencionalmente sobre el paño, pincelada tras pincelada, respiro y respiro. Ahí está ella, con su mirada perdida en no sé donde, y ellas que observan y escuchan, y esas, que piensan y no miran con atención como la mano de la mujer baila al son de aquella lectura bíblica. Hay que despegar, pienso. Pero me quedo, sacrificio, acción. Me levanto. La mujer me sigue con la mirada, lo sé. Respiro profundo, camino y entro. Pregunto, pero responden negativamente. Estoy en lo correcto, dije. Volteo y camino, nuevamente, como debe ser, como siempre ha sido. Vuelvo a entrar, me siento.



La profe cree saber lo que dice, pero no mira de frente. Se nota su inseguridad. Tal vez predica pero no practica. Comunicación. Familia. Construcción. Arquitectos. Obreros. El edificio que se le vino abajo cuando su marido supo que aquella salida a Zapallar no fue tan pedagógica como contó en aquel almuerzo donde su suegra, aquel día en donde ese niño saltó del octavo piso y su padre, histérico, calló para atestiguar que el no fue el que lo empujó, que fue él, él saltó con sus alas moviéndose alocadamente y disfrutando, disfrutando la escena. Corte. Pegue. La profe cree saber lo que hace, ya me está aburriendo. Las señoras parecen estar intensamente estresadas, sobre todo cuando la mujer suelta unos cuantos “alcohol” “sexo” “tirar”, “evolución”. Eso lo dijo un hombre, padre, marido, trabajador, ser pensante y que siente. “Los padres deben evolucionar con sus hijos”. Me gustó esa frase, sonrío y siento como si me golpearan adentro. Nunca me han gustado las monjas, aunque admiro su fuerza mental. Me arrepiento de no haberle discutido a mi madre el que metiera a mi hermana en este claustro mental. Creen saber lo que dicen, pero no miran de frente. Inseguridad. Predican comunicación, esto no es reunión, señoras, esto es pandemónium. Quiero despegar, pero sigo pegado a la silla, escuchando atentamente cada mirada perdida de la mujer.












-¿Me pasarías la carpeta, por favor?
-¿Cuál?


-La de la asistencia. La roja.












Debo firmar, hay que dejar huella. Observo, y no está. Simplemente no está. No lo sabía, creí saberlo. Mi mamá se va a enojar, me imagino si me castigara. Debí haber preguntado en la sala de al lado, pero me quedé con esta opción: mentir y decir que si, que asistí a la reunión de mi hermana, de su curso o no, decir la verdad, decir que las alas te agotaron, confundieron, que el salto y el almuerzo hicieron que vieras donde no había, que estuvieras donde no debías, que escucharas y sintieras ahí dentro, ahí afuera, más allá del techo.

miércoles, 3 de octubre de 2007

El Regreso


Sabes que acá dentro palpitas con mucha fuerza. ¿Tú sabes todo, cierto? Espero hablemos pronto, no aguanto acá. Voy donde Félix ahora. Contigo. Y también me gusta el Santiago alrededor tuyo. Me gustas tal cual. No. Eso suena como si fuera para hacerme cambiar de parecer o de sentir. Lo sé. Sólo te estoy haciendo preguntas, tampoco me refiero a eso. Recuerda que yo no veo las cosas de igual manera que tú. Sólo te pregunto. No, tampoco es eso. ¿Te he exigido algo dentro de “esto”? No he dicho que tu lo has hecho. ¿De tu tiempo? ¿Te he robado algo de tu espacio? Tu espacio nunca lo has perdido. El ahora es lo que importa. Lo único que tienes es el ahora. Esa es tu vida… Observa, ¿aló? ¿Tu vida de vuelta? Ehm… Ser yo, quiero. ¡Analizar es lo menos que quiero ahora! Quiero mi espacio, mi tranquilidad, mi vida de vuelta. Eso es lo que busco. No quiero análisis. Con todo lo que me pasa, no solo contigo. Y eso es lo que hago yo: sentir. Analizar lo que te pasa cuando me lees, observar. Deberías ver. Y no sé que hacer. No te imagines nada, porque pierdes en el intento. De hecho me imagino una tortura. No. ¿Y ahora estás feliz? Le tengo miedo al no volver a tomar tu mano y sentirme feliz. Le tengo miedo a los días que pasan sin saber de ti. Le tengo miedo a todo esto que te digo. Le tengo miedo a esto que no para dentro, ¿sabes? Yo si tengo miedo. Mucho miedo. No sé si tengo miedo, y si lo tengo no sé a qué. Tengo miedo. Y si, y libero, y digo cosas, pero cuando siento lucho, lucho hasta el final. Podría sentirme el hueón más imbécil de la Tierra. ¿Crees que es muy de cualquiera el soltar lo que se siente a otra, a sabiendas que la otra persona pocas palabras dirá? ¿Le tienes miedo a algo que yo no le tenga miedo? ¿A que le tienes miedo, Julieta? Incluso sin mirarme a los ojos. Sobre todo contigo, ahí, sin decir nada. Bastante chistoso sería. Si. No creo que sea chistoso. Seria bastante chistoso. Podrías verme la cara ahora. Y ya no me gusta el decirte lo que siento, es como si le hablara al teclado. No tienes idea lo que es pensar noche tras noche, día tras día si es que esa personita que te gusta piensa en ti, si sigue sintiendo lo de antes, si es que siente las maripositas ahí dentro. Me siento confundido, como atrapado, encerrado en cuatro paredes de puta incertidumbre, lo que aborrezco con todo mi ser. No quiero que pienses que me haces daño, como dijiste la primera vez que hablamos sobre esto. Ni te imaginas como me siento. Esa es mi gran duda, la que gatilla el torbellino que tengo dentro. Si es que aún existe, claro… A lo “nuestro”. ¿A qué te refieres? Aún sigo esperando, lo que me pregunto es si tú sigues pensando o ya volviste a caminar en otra dirección. ¿Sabes qué? Ehm… Estoy siendo sincera, no puedo mentirte, ya te lo he dicho. Entonces no hay nada más que decir. Y cuando lo intento me cuesta más que la cresta. Aunque yo sé que siempre estás, no puedo hacerlo -dijo suspirando sin que él se enterase. No lo dije en mala onda. Ah, disculpa entonces. Sólo puedo hacer eso con una de las tres personas que amo. Yo siempre voy a querer que me cuentes todo, las sonrisas que tuviste, las lágrimas que dejaste, el hombro que necesitaste, el respiro que diste, la mano que aferraste. ¿Qué más puedo ofrecerte yo? Aparte de contarlas, ¿qué necesita uno? Cuando uno tiene cosas malas que contar, eeh… A menos que cuente las cosas malas, no sé que hablarte. Te tendría que decir muchas cosas. Uf. Y de lo que uno entiende por lo que dice o calla el otro… Si empezamos a hablar de sensaciones. O es lo que me das a entender… Es que… Es la sensación que me da. Lo que yo creo. ¿O eso es lo que tú crees que pasa? ¿Con esas palabras? ¿Te he dicho que no quiera contarte? Pero… No sé, yo como que te cuento algunas cosas y te pregunto sobre las tuyas y como que nunca quieres contarme. Entonces al final no sé que hablar. Disculpa si te digo las cosas así de una, sabes como soy. Si una persona te gusta, ¿es necesario que existan ganas para contarle qué te está pasando? ¿Ganas? ¿Ánimo? ¿Cómo es eso de que nunca tengo? Me haces pensar y sentir que ya no te importo, que con el correr de los días todo se fue a la misma mierda. No sé qué hablarte, intento que tu también me cuentes tus cosas, pero nunca tienes ánimos o ganas de hacerlo. Y el no hablar. Tu sabes todo lo que significas para mi. ¿Entiendes? Contigo. Pero me da lata el no hablar contigo. No quiero que pienses que soy obsesivo ni nada. Que es distinto. Pero no me hablaste. Ayer me contaste. Pero… Como lo del tenis ayer. Y las que me gustan. Intento contarte las cosas buenas. Es que en realidad no sé que hablarte, puras cosas malas. El no saber de ti. Es que no me hables. Lo que me incomoda. Es algo que sé hace rato ya. Bueh… Más o menos, en realidad. A ti no te puedo mentir. ¿Cómo estás? Dale. O sea, estoy más o menos, pero puedo hablar por ahora. Ya, ya, ya, ya estoy. Esto de no hablar, de no saber de ti, de no saber nada ya me está carcomiendo poco a poco.


Cuando estés avísame, por favor.

martes, 11 de septiembre de 2007

El Sacrificio

Justo cuando creí que todo estaba perdido pude ver algo de luz. Se lo dije a Julieta anoche, aunque no era necesario tanto vodka para soltar todo eso. Tal vez el caño me liberó más de lo que se suponía, pero como dicen por ahí: la mente hace cosas inimaginables.

Los parlantes dejan escuchar Personal Jesus, las cifras marcan 02:00

Tarkovski debe de haber sido un gran tipo, sin conocerlo del todo. Hacer cine es para los grandes, para aquellos que son capaces de dominar sus emociones y a la vez poder transmitirlas en público, dejando de lado la vergüenza, el miedo al desnudo. Julieta volvió a decirme anoche que quiere posar para mí sin prendas encima, jugando con las sábanas, flotando sobre el colchón. Al comienzo creí que era broma, tal como la vez anterior, pero su mirada dura me dijo lo contrario. Eso es arte, pensé. Y eso es lo que Tarkovski debió de hacer. No, mentira: todos. Los artistas se desnudan frente a lo infinito, al todo, con sus manos logran traspasar el cuarto que separa la imaginación de la realización, con los ojos aceptan la realidad y sus cuerpos la moldean, y son esos movimientos los que terminan dando forma al mensaje total. Todos alguna vez en la vida seremos artistas. Muy pocos lo son por siempre.
El sacrificio es inevitable, dicen. Alguna vez en la vida hay que sangrar. Las sonrisas no son gratis, tampoco esas estrellas que se esconden sobre los techos cuando alumbra el sol. Hay que arrastrarse para aprender a caminar, nos criamos de mano con la tierra y dejamos de hacerlo cuando nos damos cuenta que de la otra manera es más cómodo, o tan sólo porque nos enseñaron que esa debe de ser la correcta. Tiene que doler para que brote, sin tristeza no existe el ímpetu por soltar. La solidaridad abarca mucho más allá de un papel o un metal, es una colaboración con el espacio que te rodea, y también una mano contigo mismo, ese que habla por las noches cuando vas a dormir. Sacrificio, acción. El resultado provoca la muerte, la muerte da paso a la vida, a lo nuevo, a lo puro. Perdurar, colaborar, sangrar, sonreír y caminar. El sacrificio es inevitable, lo sé.




Una mirada y todo cambia. Mis manos comienzan a temblar, ignoro qué pasa, no sé donde estoy. No pertenezco acá, me siento ajeno entre tanta palabra, rodeado de tanto pensamiento, tanta semilla que plantar, tanto que cosechar… Tarkovski lo supo hacer. Destruyó el mundo y volvió a armarlo en menos de tres horas. Mientras la cinta daba vueltas dentro del video, yo y mi mente volábamos a un gran plano general. Sobre el sofá Julieta, mirando el techo detenidamente, como si fuese a desaparecer y no quisiera perder detalle del acontecimiento. Yo a unos metros, sentado en una de esas sillas medias antiguas que su madre tiene la gracia de coleccionar. Posición desafiante, vas a intentar crear algo.

-Quítate la blusa.

Continúa esa mirada fija sobre sus manos. Ella intenta sonreír, pero la presión en aquel botón le juega en contra. Una mirada y todo cambia. Mis manos comienzan a temblar, tomo la cámara y juego un poco con el lente. La Julieta no es tonta, sabe que estoy haciendo tiempo. Acción.

-El pantalón, por favor.

Tus ojos bailan al son de sus dedos. Sus piernas desnudas iluminan la escena. En el aire dibujas las líneas que se desprenden de sus curvas. Estás paralizado, no lo puedes creer.

-Lo que falta.

Un click tras otro, primer plano, enfoque, otro click, sonríe, recorre, siente como sus manos se transforman en las suyas, click, acércate, un poco más, un poquitito, grita, un click, un corte, una herida, otro click, eso, así es, así me gusta, me encanta, date vuelta, desde arriba, otro click más, aumenta la velocidad, aléjate, no, no, así no. Corta el plano, achícate un poco, encoge los hombros. Mira como si nada hubiese pasado, siente como si nunca hubieses sentido. Grita como si fuera la primera palabra que hayas dicho. Respira, cierra los ojos. Click.


No hay vergüenza, eso me dijo la Julieta al desayuno. Lo que pasa es que el miedo a ser es más grande que el miedo al creer ser. Si eres no hay miedo a ser, solo miedo a dejar de serlo.
Sus labios fueron un buen sabor al despertar. No creí que fuese a poder dormir, mi mente allá y yo acá, al lado de su ombligo intentando escapar. Nunca quise ser rehén, menos de mis propias manos. El peligro inminente de un final inesperado a la vuelta de un espacio, o de otra palabra que pudiese cambiar todo. Y lo digo en serio: sus labios fueron un buen sabor al despertar, aunque el peligro inminente de un final inesperado me hizo creer que no ocurriría, que el amanecer en su ombligo seguiría siendo una más de esas fantasías archivadas bajo mi cama, atrapadas en tanto polvo que he rehusado limpiar. Pero no, no es una fantasía. Aquí estoy, ahí estuve, y los créditos no están, Tarkovski lo supo hacer. Destruyó el mundo y volvió a armarlo en menos de tres horas. La Julieta mira el techo, cree que va a desaparecer. Yo y mi cámara jugamos a ser grandes pero me canso, ya no quiero jugar, mis manos tiemblan. El sacrificio es muy grande, cada palabra duele más que la anterior. Creo que me rendiré, mis dedos no dan más. No creo que pueda soportarlo. Sigue, no le importa, mirada fija sobre mi rostro. No existe la vergüenza, eso me dijo la Julieta anoche, aunque no era necesario tanto vodka para soltar todo eso. Toma la lámpara que está sobre el velador e ilumina mi cara asqueada en tanta oración sobre el papel. Justo cuando creí que todo estaba perdido pude ver algo de luz. El sacrificio nunca fue tan evidente, el miedo nunca tan insignificante. Se burla en el rincón, la Julieta se levanta y su espalda se despide de mí, como yo de mi mismo al cerrar los ojos y observar como la pantalla se va a negro; sus labios y el roce, mi piel y su cuerpo frente a la cámara.

martes, 29 de mayo de 2007

Manual para nunca olvidar


1: Escuche música que haya marcado sus sentidos mientras estaba ahi. Hágalo suavamente, quizás extasiado bajo algun halo de incertidumbre. De a poco irá observando frente a Ud. las diapositivas de aquel pasado que osa en seguir deambulando frente a su rostro.


2:Duerma sintiendo que apreta algo tan fuerte que el frío no existe.Estire sus manos dandose cuenta de que la cama le queda bastante grande y que quizás deba cambiarla, o más aún, sintiendo que debe volver a llenar ese espacio.


3:Sientase un libre con cadenas, sumergido en la ignorancia del no saber qué hacer para asi saber qué hizo y qué tendrá que hacer. De a poco miles de palabras le recordarán tal persona.


4:Fume observando la pared, o algún objeto inerte (error de tipeo: "pared" es un objeto vivo, muchas cosas vió y escuchó. Debería ella atestiguar frente a su caso.), para así imaginar que el/ella está frente a Ud. disfrutando aquel momento. Escuche las palabras que le entrega, observe las sonrisas que planta sobre el objeto y sonría, ese fue un pasado lindo.


5: Camine por la calle e intente sentir el calor de su mano junto a la suya. Estreche el cielo y observelo, observe si es que de noche es cual es la estrella que le regaló, y si es que no lo hizo hágalo. Dígase a Ud. mismo: "que tonto es esto" y calle, pero sientase libre de pensar y darse cuenta que no lo es.


sábado, 26 de mayo de 2007

Veintiséis

Lo místico, por asi decirlo, está a la vuelta de la esquina. En cada movimiento, en cada acción podemos ver la magia de una realidad que va más allá del golpecito a la pared o a la superficie firme de tu escritorio. Desde algún paraje desconocido nos utilizan: somos parte de un gran juego al cual nunca fuimos invitados, pero en el cual somos entes importantísimos, tanto para el desarrollo como el posible final.


Yo me dí cuenta de esto hace ya tres años, y no es por tirar una fecha a diestra y siniestra: son tres años. Era una noche especial, se palpaba en el aire frio de aquel mes de Mayo. Una casa, en ese momento anónima, albergaba más de doscientas almas entre sus paredes. Yo, gratuitamente, me ubiqué entre ellas sin esperar nada a cambio. Muchos dias pasaron para notar lo que de verdad habia ocurrido: me regalaron compañia que nunca esperé, pero que siempre soñé en mis noches de ignorancia en aquellos años (las cuales sigo teniendo, por cierto). Aquella noche, por ejemplo, conocí a mi primera gran polola, la mujer que me enseñó a amar, que me enseñó lo que de verdad puede llegar a significar la palabra amor. Pero lo que trasciende mucho más es mi vida: esa noche, desde algún lugar ya mencionado pero desconocido, me pusieron en el tablero que yo quería, y que hasta el dia de hoy agradezco enormemente. Mi circulo, mi gente, hace ya tres años que nos reunimos en aquella morada y hoy, espero, volvemos a hacerlo. Me regalaron una sonrisa, muchas palabras de apoyo, unos cuantos oidos y unos cuantos hombros para caer si es necesario. Me regalaron esperanza, me regalaron magia, me regalaron conocimiento e ignorancia. Aquella noche me regalaron lo que más atesoro hoy: el saber que hay alguien ahí cuando lo necesite.

viernes, 25 de mayo de 2007

La mirada se nubla

Una densa neblina cubre la ciudad. Es de madrugada, y mucha gente debe de estar a punto de iniciar sus labores. Otros simplemente acaban su jornada acá, y de esos muy pocos saben sobre la noche que se viene encima, pronto, luego, se acerca y esta vez no dará tregua. Uno de ellos ya se alistó e intentó persuadir a su mujer para que esté con él cuando el veintiseis caiga sobre sus cabezas, pero ella desistió. No cree, o no quiere creer. La mirada se nubla cuando se trata de creer en lo que no manejamos, en el plan maestro que cada uno tiene por delante, en el deux ex machina que se alza sobre lo que vivimos dia a dia...
Enciendo un cigarrillo, el último de mi día, el cual fue bastante normal. Conversamos un poco, pero todo en vano. No hay vuelta atrás, y de verdad siento que será más difícil de lo que pensé retomar el camino que empecé con ella. El no sentir esa compañia a tu lado hace más arduo el andar, el saber que la cama te queda grande solo insta al no querer recostarse sobre ella. Parece hostil, como nunca la habias visto antes. Observo a mi negativo gritándome que lo ayude, que vuelva a sonreir como solía hacerlo, que vuelva a jugar como solía. Yo solo callo y observo por la ventana. Una densa neblina cubre la ciudad, y creo que ya lleva ahí más de lo que quiero.

El nuevo proyecto

Soy de los que siempre saca ideas y las traspasa a los medios que más le acomodan, aunque muchas veces los recursos no vayan de la mano. Uno que otro pensamiento se torna un texto, muchos más, imágenes, muchas imágenes, muchas más imágenes dentro de una cabeza que luego se plasman en otras, y así. Y me encuentro trabajando en uno que me tiene bastante entusiasmado, no por lo original, sino por el contexto y todo lo que ya ha causado con tan solo el comienzo. Es la historia de un grupo de personas que se ve envuelta en una situación que, afortunadamente, no estaban esperando. Dios no juega a los dados, dijeron por ahi una vez, y eso se aplica aquí y en la picá del ají. Está Sofia, mujer fatal que juega a lo que ella sabe. También está el Punto, quien dibuja sonrisas sobre hojas húmedas en lágrimas. Está el Rod (aunque ese nombre se cambiará, tarde o temprano), quien sobre su estilo de vida intenta escribir el de los demás. Está también la Lola, una de esas que nunca te gustaría encontrarte volando bajo. A veces aparece Damián, un alter ego no muy saluble y correcto. De entre las letras aparece también la Florencia, esa niñita que siempre le pone el toque a toda situación, que con tan solo una frase puede darte vuelta el panorama. Está Santiago también, atormentado por sentimientos y sensaciones olvidadas. Está la Paz, quien desaparece por completo y vuelve a hacerlo cuando menos lo esperas, sea de la forma que sea.

Es eso lo que forma mi nuevo proyecto, mis nuevas ganas de hacer cosas. He de esperar este 26, así se podrá escribir un poquito más, la materia prima fluirá como nunca esa noche, y he de esperar que así sea, por el bien de Santiago y sus gente.

Unos panes con mantequilla

Un mordisco trás otro, Homero que intenta salirse con la suya y los marcianos que toman los cuerpos de gente no tan agradable. Un sorbo a la taza, creo que si calienta un poco mis entrañas. Aunque me gustaria que el pasado volviese a ser presente, y el calor de un abrazo fuese aquel sorbete de agua en medio de mi dormitorio, árido y tenebroso desierto desde que ya no está... Sé que debo seguir, por más que quiera desviar los temas y hacerte parecer como la que me hace falta no puedo, yo soy el que no está acá, y volver a encontrarme es lo que tengo que hacer. I must do it, like everyone told me sometimes. He ahí la grandeza, he ahí la fortaleza. Es asi como Homero se sale con la suya, un mordisco trás otro, su estómago lleno y la cabeza que le da una y otra vuelta y le indica que debe dormir para volver a soñar con aquello que más quería.