Soy de los que siempre saca ideas y las traspasa a los medios que más le acomodan, aunque muchas veces los recursos no vayan de la mano. Uno que otro pensamiento se torna un texto, muchos más, imágenes, muchas imágenes, muchas más imágenes dentro de una cabeza que luego se plasman en otras, y así. Y me encuentro trabajando en uno que me tiene bastante entusiasmado, no por lo original, sino por el contexto y todo lo que ya ha causado con tan solo el comienzo. Es la historia de un grupo de personas que se ve envuelta en una situación que, afortunadamente, no estaban esperando. Dios no juega a los dados, dijeron por ahi una vez, y eso se aplica aquí y en la picá del ají. Está Sofia, mujer fatal que juega a lo que ella sabe. También está el Punto, quien dibuja sonrisas sobre hojas húmedas en lágrimas. Está el Rod (aunque ese nombre se cambiará, tarde o temprano), quien sobre su estilo de vida intenta escribir el de los demás. Está también la Lola, una de esas que nunca te gustaría encontrarte volando bajo. A veces aparece Damián, un alter ego no muy saluble y correcto. De entre las letras aparece también la Florencia, esa niñita que siempre le pone el toque a toda situación, que con tan solo una frase puede darte vuelta el panorama. Está Santiago también, atormentado por sentimientos y sensaciones olvidadas. Está la Paz, quien desaparece por completo y vuelve a hacerlo cuando menos lo esperas, sea de la forma que sea.
Es eso lo que forma mi nuevo proyecto, mis nuevas ganas de hacer cosas. He de esperar este 26, así se podrá escribir un poquito más, la materia prima fluirá como nunca esa noche, y he de esperar que así sea, por el bien de Santiago y sus gente.
Es eso lo que forma mi nuevo proyecto, mis nuevas ganas de hacer cosas. He de esperar este 26, así se podrá escribir un poquito más, la materia prima fluirá como nunca esa noche, y he de esperar que así sea, por el bien de Santiago y sus gente.
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